
El LSD es, junto con la mescalina, el alucinógeno de mayor difusión;
provoca una grave alteración de la afectividad y de las condiciones psicointelectuales.
La dietilamida del ácido lisérgico (LSD) es un compuesto obtenido a partir del ácido lisérgico, que se obtiene por extracción de un parásito vegetal de ciertas gramíneas, sobre todo del centeno, Claviceps purpurea, a la que se deben algunos envenenamientos colectivos a raíz del uso de harinas con un elevado porcentaje de dicho parásito.
Su acción farmacológica y sus efectos sobre la psique humana han conducido a su clasificación entre los fármacos llamados psicodislépticos o desviadores de la actividad psíquica. Se ha observado que 0,025 mg de LSD son suficientes para producir un estado alucinatorio.
Generalmente el producto se consume por vía oral en forma de comprimidos o bien mezclado con una bebida; a veces, sin embargo, se impregnan con pequeñas cantidades de solución de LSD terrones de azúcar o fragmentos de papel, que son luego ingeridos.
Los efectos se manifiestan 20-40 minutos después de la ingestión y se mantienen durante 5-8 horas.
La dietilamida del ácido lisérgico se distribuye de forma muy rápida a todos los órganos y permanece en sangre durante unas 8 horas: se metaboliza en el hígado y es eliminado en poco tiempo.
LSD: SOBREDOSIS
Los cuadros clínicos que pueden llevar al consumidor de dietilamida del ácido lisérgico a una situación en la que se requiera una actuación de urgencia son las reacciones agudas de pánico y los flashbacks.
• Reacción aguda de pánico.
Junto con los efectos simpaticomiméticos del LSD, como midriasis, aumento de la frecuencia del pulso y aumento de la glucemia, el LSD induce importantes modificaciones de la percepción, de la sensación del tiempo, de la orientación en el espacio, de la capacidad de valoración, de la idea de la propia imagen y de la afectividad. Una experiencia común entre los consumidores es el efecto de terror, de pánico, que conduce a la pérdida del control y al predominio del miedo, con comportamientos autodestructivos.
La principal característica es por tanto una reacción de ansiedad a la que se suman en distinta medida efectos toxicosomáticos.
Esta reacción es superponible a la que desencadenan otros alucinógenos, como la mescalina, la psilobicina y la dimetiltriptamina, mientras que puede distinguirse de los cuadros producidos por el uso de anfetaminas y anticolinérgicos o de las reacciones de tipo esquizofrénico.
Las alucinaciones producidas por el LSD suelen ser visuales, a diferencia de las producidas por las anfetaminas, que son fundamentalmente auditivas.
El LSD se consume siempre por vía oral, por lo que en estos casos no existen marcas de inyecciones. El análisis de la orina puede resolver las dudas de diagnóstico.
En caso de uso de anticolinérgicos (del tipo de derivados de la belladona), el diagnóstico diferencial deberá basarse en el estado de las pupilas, que estarán dilatadas y no reaccionarán a la luz o a la acomodación.
La actuación de urgencia deberá ir encaminada fundamentalmente a resolver el agudísimo estado de ansiedad. Desde el punto de vista farmacológico, puede recurrirse a las benzodiacepinas.
Hay que tener siempre en cuenta la posibilidad de que se presente una reacción de hipotensión. En ocasiones los estados no responden a las benzodiacepinas y por consiguiente, si al cabo de 15-20 minutos de la administración de 20-30 mg de diazepam (Valium) no se han obtenido efectos visibles, será conveniente pasar a las fenotiacinas.
• Flashbacks.
En la jerga de los toxicómanos son los denominados viajes, que se repiten de forma espontánea incluso meses después de la última experiencia con LSD.
Pueden producirse de repente y de forma inesperada e intensa. Aunque por regla general son suaves y duran apenas unos minutos, hay que considerar que en ocasiones son muy agudos y pueden durar incluso horas.
flashbacks: sensitivos, somáticos y emocionales
Quienes tienen estas experiencias son sujetos que consumen con frecuencia LSD. Se distinguen 3 categorías de flashbacks: sensitivos, somáticos y emocionales. Los tres cursan acompañados de una reacción aguda de pánico.
El flashback sensorial afecta sobre todo a la percepción visual y se manifiesta en forma de intensificación de los colores, con ilusiones visuales, resplandores, relampagueos, auténticas alucinaciones de insectos o animales o pseudoalucinaciones, como visiones de figuras geométricas.
Los flashbacks somáticos son menos corrientes, pero subjetivamente más graves: consisten en sensaciones de despersonalización, con alteraciones de la imagen del propio cuerpo, como sensación de pérdida de una extremidad, parestesias o dolor.
La forma emocional
La forma emocional es una auténtica recreación del estrés emocional originariamente ligado a la reacción aguda por LSD. Consiste en una experiencia de anulación, de depresión, de miedo, que puede incluso empujar al suicidio.
Es necesario saber distinguir estos cuadros de la patología esquizofrénica y también de enfermedades orgánicas cerebrales.
Si se controla y tranquiliza al paciente durante unas horas, éste puede no requerir tratamiento farmacológico alguno.
Los fármacos que se han de utilizar en caso necesario son las benzodiacepinas. En caso de persistencia del cuadro sintomatológico, se debe proceder a la hospitalización del sujeto en un departamento psiquiátrico.
Una opinión muy extendida es que el uso de los derivados del cáñamo indio puede favorecer los flashbacks.
Toda técnica encaminada a favorecer el vómito o el lavado gástrico resulta inútil, ya que el LSD es activo en cantidades mínimas y se absorbe rápidamente.
LSD: ABSTINENCIA
Esta sustancia produce dependencia sólo de tipo psicológico y de grado no bien determinado, no conociéndose por ello un síndrome de abstinencia, ni siquiera en términos de síndrome de abstinencia psíquica.