
Estos animales atacan con frecuencia al hombre y, en caso de picaduras múltiples, pueden incluso provocar graves trastornos.
EXISTEN CUATRO familias de himenópteros que poseen un significado especial a la hora de determinar una alergia.
Nos referimos a los ápidos o abejas, los bómbidos o abejorros, los véspidos o avispas y los formícidos u hormigas.
Los abejorros son relativamente dóciles y muy rara vez pican al hombre. Los véspidos constituyen el mayor peligro de hipersensibilidad y, al ser insectos que se alimentan de desechos, es más fácil que sus picaduras determinen infecciones bacterianas.
PICADURAS DE ABEJAS
La abeja común es responsable de la mayor parte de las picaduras y de los fallecimientos y es, además, la única que deja in situ su aguijón y el saco del veneno.
El aguijón que sale de la parte posterior del abdomen está constituido por puntas orientadas hacia el insecto, de forma que, una vez clavado con su carga de veneno, no puede salir porque queda atrapado en células descamadas de la epidermis, separándose así de la abeja que, a menudo, resulta lesionada incluso mortalmente.
El veneno contiene ácido fórmico, pero también tóxicos de la sangre, capaces de disolver los glóbulos rojos (hemolisis). Por esta razón la picadura de la abeja es tan dolorosa y puede evolucionar a una equimosis central. Generalmente una sola picadura, aunque sea dolorosa como un forúnculo, no es peligrosa excepto en casos de sensibilidad especial.
La cantidad de veneno que inyecta la abeja en cada picadura es en general muy pequeña e incluso los ataques de enjambres con menos de 500 picaduras muy pocas veces resultan fatales si no existe hipersensibilidad. Lo que sí determina es una letargía característica, náuseas, calambres abdominales e hipertensión, pudiendo también ser causa de cefalea, convulsiones, fiebre y sepsis. La administración intravenosa de calcio gluconado proporciona cierto alivio. En muchas situaciones de picaduras infectadas, con bacteriemia, pueden resultar útiles los antibióticos.
Cómo librarse de un enjambre de abejas
La alarma y la agitación no resuelven nada, sino que por el contrario excitan aún más a los insectos enfurecidos, que por otro lado son muy audaces: se introducen fácilmente bajo la ropa y pican incluso en lugares que se supone bien protegidos.
Lo único que temen es el agua, por lo que no queda más remedio que sumergirse en agua o someterse a una ducha, desvistiéndose bajo la misma, o tirarse encima cubos de agua.
Las reacciones alérgicas consiguientes a picaduras de himenópteros pueden clasificarse de la siguiente manera:
• inmediata y localizada con una tumefacción irregular;
• inmediata y módicamente generalizada con tumefacción y urticaria difusa;
• inmediata y gravemente generalizada con anafilaxia;
• tardía con reacciones tipo enfermedad del suero y reacciones atípicas.
En general, cuanto más rápida es la aparición de la reacción mayor es su gravedad:
la mayor parte de los fallecimientos se registran en la primera hora desde la obstrucción de las vías aéreas o desde la presentación del shock.
Las picaduras en la cara, en el cuello y en las mucosas determinan con mayor facilidad tumefacción de las vías aéreas, que puede resultar peligrosa para la vida del sujeto. Las reacciones alérgicas tardías comprenden generalmente artralgias (dolor en las articulaciones), trastornos gastrointestinales y fiebre; no obstante, se han registrado también respuestas insólitas, como lesiones renales y hepáticas, accidentes cerebrovasculares y neuropatía periférica.
El tratamiento de las picaduras
En las reacciones locales y en algunas reacciones generalizadas no existen criterios absolutos que permitan diferenciar una respuesta tóxica de una alérgica y, además, la entidad de la respuesta a una picadura no es en absoluto indicativa de los sucesivos grados de reactividad.
El tratamiento de las picaduras de himenópteros comienza con la extracción del aguijón sin ejercer compresión de ningún tipo, sino rascándolo delicadamente y teniendo cuidado de no dejar fragmentos en el interior.
Una vez desinfectado el lugar de la picadura y tras exprimirla y lavarla abundantemente con agua corriente o una esponja empapada en agua fría y amoniaco diluido, se agarra un pellizco de la piel y, con una aguja flameada (es decir, pasada sobre la llama hasta la combustión de eventuales bacterias presentes en su superficie), se araña la epidermis de alrededor, no desmigajando el aguijón, sino abriendo alrededor de él una escoriación que permita agarrarlo con una pinza común de depilar (enjuagada con agua y jabón y dejada en remojo en un vaso lleno hasta la mitad de alcohol) o socavarlo como si de una astilla de madera se tratase.
La cobertura local de la herida con una pasta corriente que contenga papaína tiene un efecto calmante y al parecer también desintoxicante. Los pacientes alérgicos o los que manifiestan una respuesta alérgica leve deberán aplicarse un vendaje que restrinja el flujo linfático por encima de la picadura. En caso de anafilaxia grave se administra por vía subcutánea una solución al 1:1.000 de adrenalina en solución acuosa. En la anafilaxia grave se puede administrar una solución al 1:10.000 de adrenalina endocrina, inyectada lentamente y con cuidado.
El paciente debe ser atentamente vigilado por si fuera necesario repetir la dosis en un plazo de 10-30 minutos. Si se produce shock, es esencial el oxígeno, y si existe un edema grave de glotis, puede ser necesaria la traqueotomía.
Tanto los antihistamínicos como los corticosteroides son muy eficaces a la hora de retrasar la aparición de los síntomas, por lo que se recomiendan como medidas suplementarias en el tratamiento. Se empieza por una dosis diaria completa, equivalente a 30 g de prednisona, mientras que los esteroides por vía oral se administran dos veces al día con una reducción gradual de 5 mg cada mañana durante 5-7 días.
La resolución completa de los síntomas puede justificar la suspensión de la corticoterapia entre el segundo y el tercer día.
Para posibles futuros accidentes, se recomienda a los pacientes hipersensibles un equipo de gran utilidad en las picaduras, constituido por una ligadura linfostática, adrenalina inyectable o inhalable, un antihistamínico oral y detalladas instrucciones escritas.
Este tipo de pacientes deberán llevar además unas tarjetas médicas de identificación, calzar zapatos y vestir con ropa clara, de tela gruesa; deberán aplicarse sobre la piel una sustancia repelente de insectos y evitar el uso de perfumes. Sobre todo en verano, tendrán que evitar las estancias al aire libre o los trabajos en áreas endémicas, como jardines y lugares con acumulación de basura